INTRODUCION Lo que hoy constituye la provincia de Pastaza, en el tiempo de la Conquista (s. XV-XVI), era la más densamente poblada por grupos indígenas en toda la región amazónica, que se extendía hasta lo que hoy es Perú. En Pastaza se identificaban 17 grupos indígenas como los Oaquis o Dehuacas, en el río Curaray; Semigaes, en el mismo río; Andoas, en los ríos Pastaza, Bobonza y tributarios; Coronados o Ipiapitzas, en el Pastaza, Bobonza y tributarios; Pendays en el Pastaza, Bobonza y tributarios; Romaynas, en el Pastaza, Bobonza y tributarios; Muratos, en el Pastaza y Bobonza; Shuar , en el Pastaza; Gayes, Siviaris o Auca, en el Tigre y afluentes; achuaras en el Pastaza y Záparos, en el Pastaza, Bobonaza y Conambo, que sumaban cerca de 150 mil habitantes hasta el año 1608.
La disminución demográfica contribuyó también la huida selva adentro a zonas de refugio, lo que dio lugar a un proceso de etnogénesis, mediante el cual se formaron nuevas identidades étnicas, como el caso de los Quichuas de Canelos, que se constituyeron en base a la unión de grupos indígenas tanto amazónicos como serranos (procedentes del ex incario).
En el siglo XVII, ante el fracaso de las encomiendas por disminución de la población indígena, y sus constantes sublevaciones, los encomenderos españoles se retiraron, dejando paso a las órdenes religiosas, especialmente Jesuitas y Dominicos, que quedaron encargados de administrar la zona, que permaneció durante casi dos siglos prácticamente asilada del resto del país.
Desde los primeros años del siglo XX empieza la colonización de la región, que junto a lo anterior va configurando el escenario actual de distribución de los pueblos indígenas de la Amazonía, destacándose Pastaza.
Actualmente, la provincia de Pastaza es la única del país que se privilegia de contar con 7 etnias, legalmente reconocidas, que conservan rasgos peculiares de sus culturas: los quichuas, achuaras, shuaras, huaoranis, Záparas (Premio Mundial de la UNESCO) Shiwiar, y Anduas.
Los achuar al igual que los shuar forman un origen común, marcados por un sedentarismo esparcidos en la región amazónica como eslabones de defensa de la selva. Los achuar no fueron guerreros tan marcados como los shuar “jíbaros” y tal vez los historiadores, por ello, han generalizado antiguamente el vocablo shuar para referirse a ambas etnias. Originariamente los achuar y shuar han sido considerados como una misma etnia, por su origen histórico (ambos grupos practicaron la poligamia y muchos lo siguen haciendo, en el caso de los achuar las esposas eran generalmente hermanas) que poco ha poco han ido desprendiéndose para hacer conocer su lengua y su cultura influenciada por los misioneros, que les permitió adoptar costumbres occidentales combinadas con su ancestro al iniciarse el siglo XX y ya para entonces dejaron su patrón de asentamiento disperso para convertirse en comunitarios..
ORGANIZACIÓN
Tradicionalmente los achuar han tenido un patrón de asentamiento disperso en la selva., cuya organización respondía a la práctica de la poligamia.
Como la mayoría de nativos de esta parte de la Amazonía Ecuatoriana, los Achuar buscaron un espacio propio de integración y un ente que los represente, por lo que luego de un proceso lento que se inició por los años 80 se logró consolidar la Organización Interprovincial de la Nacionalidad Achuar del Ecuador OINAE a finales de 1992, con personería jurídica mediante Acuerdo Ministerial, que luego se convirtió en la actual Federación Interprovincial de la Nacionalidad Achuar de la Amazonía Ecuatoriana (FINAE), creada el 5 de noviembre de 1993, Acuerdo Ministerial No. 5824, con sede en Puyo.
TERRITORIO, UBICACIÓN GEOGRÁFICA Y POBLACIÓN
Los achuar están integrados en la Federación Interprovincial de la Nacionalidad Achuar del Ecuador, Finae, que agrupa a los achuar o ashuar de Pastaza y Morona Santiago. Son aproximadamente 10 mil habitantes, distribuidos en 50 comunidades, ubicadas en ambas provincias.
En Pastaza se encuentran 28 comunidades extendidas hasta la zona fronteriza con Perú. Los Achuar están ubicados en las cuencas de los ríos Pastaza, Capahuari, Bobonaza, Corrientes y Copataza (en la provincia de Pastaza) y Guasaga, Surik, Situch, Wichin, Mashumar y Makientza (Morona Santiago).
Suman en Pastaza un total de 1.959 habitantes. En total los achuar están en un territorio de 708.630 hectáreas, entre las dos provincias, según la Federación de la Nacionalidad Achuar del Ecuador, Finae.
En la Provincia de Pastaza, las 28 comunidades fueron adjudicadas durante el gobierno de Rodrigo Borja en 1992 y entre las principales, constan: Amuntay, Capahuari, Mashent, Bufeo, Copataza, Makusar, Numbaimi, Charapacocha, Shaimi, Yuntsunts, Ipiak, Ishpingo-Kapawi, Juycam, Kuchints, Kurinua, Maki, Wampuik, Waruits, Tarchiplaya, Wayusentsa, Chichirat, Suwa e Iniak, todos estos caseríos
CULTURA.- FORMAS DE VIDA ACHUAR
La lengua achuar pertenece al grupo etno lingüístico-cultural de los jivaroanos, al igual que de los shuar.
Tradicionalmente los Achuar han tenido un patrón de asentamiento disperso en la selva, la casa estaba ocupada por una familia ampliada, cuya organización respondía a la práctica de la poligamia y el levirato (el hermano del que muere sin hijos se casaba con la viuda), por ello, la casa representaba una cantidad básica y autosuficiente de producción y consumo, no tenían jefes, salvo en caso de guerra. Desde hace unos 20 años, bajo la influencia de los misioneros y las organizaciones indígenas, los achuar han adoptado la modalidad en comunidades. La economía se basa en la caza, la pesca, la horticultura y la recolección, actividades que hoy están acompañadas de una incipiente producción agropecuaria.
Una de las diferencias que marca la vida entre achuar y shuar se da en la bebida tradicional; pues los achuar beben el agua de guayusa, que lo practican cada mañana para eliminar las impurezas del espíritu, entre tanto la bebida tradicional de los shuaras es la chicha de chonta.
Además los achuar, nunca practicaron el arte de las tsanzas, que dio tanta fama a los shuar a inicios del pasado siglo. La mujer achuar usa falda y camisa. En el pasado, estos vestidos se hacían con corteza de árbol machacada, mientras la mujer shuar usaba una sola prenda como túnica.
El pueblo achuar lucha, al igual que los demás grupos nativos de la selva ecuatoriana, por lograr su supervivencia y auto determinación social con proyectos auto sustentables en la que se destaca el ecoturismo. La Finae, en convenio con la empresa nacional Canodros, desarrolló el primer complejo eco turístico nativo, ubicado en Kapawi, al sur este de Pastaza en plena frontera ecuatoriana-peruana junto al río Pastaza, que se constituye en uno de los mayores complejos eco turísticos naturales del mundo. (14)
Turismo:- Los indios achuar se encuentran orgulloso de haber implementado el más ambicioso proyecto de ecoturismo en al selva amazónica, a través de la empresa privada, en el sector fronterizo de Kapawi, que ofrece cabañas y turismo de aventura con buenas perspectivas.
Según el libro “Los Andoas” de Carlos Duche, el pueblo Andoa tiene sus antecedentes históricos relacionados cercanamente con los Gayes y Shimigaes, tanto lingüística y culturalmente, remontándose al siglo XVI.
Los Andoas, han sido uno pueblo desconocido hasta hace poco, pues le presencia de misioneros y el dominio del quichua se impuso en varis etnias débiles de nuestro Oriente, pero Duche a través de la Subsecretaría de Cultura se encargó de investigar los vestigios y las raíces históricas de este pueblo descubriendo sus antecedentes y logrando ubicar a las últimas familias en la comunidad de Pucayacu, en la parroquia Montalvo, al sur este de Puyo. Son la última etnia descubierta y reconocida en Pastaza, por lo que no se tiene mayor información exacta de sus protagonistas, como testimonio vivo de sus existencias.
Según la introducción del mencionado libro se dice que hace quinientos años, los Andoas existieron, manteniéndose ocultos por mucho tiempo, ya que nadie conocía dentro de la selva, pero con la llegada de la evangelización empieza a cambiar la historia de los Andoas, forzándoles para que aprendan el idioma kichwa como un idioma impuesto, sin embargo mantenían sus costumbres intactas.
Más tarde en la guerra del 41, donde se separan sus hermanos, y con la llegada de los colonos se contrae muchas enfermedades, que mata a los adultos.
ORGANIZACIÓN
Los nietos y más jóvenes descendientes de los ancestros Andoas inician una lucha intensa, para que sean reconocidos, a partir del año 2000, y los iniciadores de esta lucha son los señores: Isaac Mucushigua, Klenico Cadena, Jaime Manya, que con al ayuda de Duche logran formar una Asociación de los Andoas que posibilitó el reconocimiento de la Confeniae y del Codenpe (Consejo de los Pueblos y Nacionalidades del Ecuador), como la séptima etnia indígena de Pastaza. Estereconocimiento se hizo oficial durante la XII Asamblea ordinaria del Parlamento Indio Amazónico de la Confeniae, en mayo del 2004.
Actualmente la Onape, Organización de la Nacionalidad Andoa de Pastaza del Ecuador, tiene su propia oficina en Puyo, y desde ahí impulsa proyectos que fortalezca su identidad y que permita en los próximos meses constatar realmente cuántas familias Andoas habitan en la provincia de Pastaza y el Perú, pues sería aventuro determinar la población que en primera instancia se menciona de 500 a 600 personas que están dominadas pro el kichwa y que la población de Pucayacu, la mayor de todas consideradas comunidades Andoas, estaba como integrante de la Opip como comunidad quichua.
Los huaoranis, antiguamente conocidos como aucas o aushiris, fueron los últimos indígenas en conservar intactos sus orígenes ancestrales después de la conquista española en el siglo XIV, que ocasionó la muerte de un millón de nativos en la parte Andina de Sudamérica.
Los huaos vivían apartados del contacto con el blanco, dormían en los árboles y estaban completamente desnudos. Ahora queda un reducido grupo en estado primitivo: los Tagaeris (pies rojos en idioma kichua) quienes viven aislados en nomás de 140 personas, pero que habrían sido exterminados por otro grupo: Los Taromenane
El proceso de dominación del grupo huaorani, comenzó con el establecimiento de misiones evangélicas, en su territorio, a través del Instituto Lingüístico de Verano (ILV) de Estados Unidos, a quienes el Gobierno ecuatoriano entregó una de las más importantes tareas: la educación. El objetivo del ILV estuvo directamente vinculado al de las empresas petroleras, incluyendo la pacificación y sedenterización de este grupo, para permitir las labores de exploración y explotación petrolera, lo que dio paso a la aculturación del pueblo huaorani.
Antes de la época evangelizadora, los huaoranis fueron víctimas del auge cauchero (1880-1920), por las correrías de los productores de caucho que cazaban a los indígenas para venderlos en Manaos (Brasil), Iquitos (Perú) y Madre de Tierra (Bolivia).
Los primeros contactos con los huaoranis los hicieron evangélicos del ILV en 1956, cuando luego de varios contactos llegaron a la zona del río Curaray (Pastaza) arrojando desde el aire machetes, picos, para que construyan una pista y lograron aterrizar, en una playa a orillas del río Curaray, a 1300 metros de lo que es hoy Toñampari, los primeros 5 misioneros del ILV:, quienes un 21 de enero de 1956, aparecieron muertos, atravesados por varias lanzas.
Después de este fatal episodio, dos años más tarde, en 1958, parte de los huoaranis entraron en contacto con el ILV cuando el gobierno ecuatoriano les adjudicó 1600 kilómetros cuadrados.
ORGANIZACIÓN
Con la presencia evangelizadora del Instituto Lingüístico de Verano de los Estados Unidos por los años 50, se inició un proceso de aculturación del pueblo Huao que les permitió entrar en contacto con la civilización del blanco, y más la presencia petrolera marcó la pauta para que este pueblo indómito inicie un largo proceso de organización en comunidades que concluyeron con la creación de la Organización de la Nacionalidad Huaorani de la Amazonía Ecuatoriana, ONHAE, en 1986, con Acuerdo Ministerial No.100050, estableciéndose la sede en Puyo, Pastaza.
CONSTITUCION, TERRITORIO Y UBICACIÓN GEOGRÁFICA
Con la aplicación del Plan Nacional de Desarrollo (1980-1984) el Gobierno entregó a los huaoranis 716.000 hectáreas de tierras, bajo el sistema de propiedad comunitaria (sin embargo se hicieron concesiones petroleras en estas áreas de influencia huoarani). Finalmente en 1990, se les legalizó 612.560 hectáreas.
Actualmente los huaoranis ocupan un área de 613.070 hectáreas, legalizadas, decretada por el gobierno como zona intangible, a más de la reserva del Parque Nacional Yasuní que según el dirigente pertenece a los huaoranis y en este parque se encuentran 5 comunidades, de las 36 en total ubicadas en las provincias de Pastaza, Orellana y Napo. De estas 36 comunidades, 24 tienen escuelas y 12 carecen de ellas, además no se incluyen a los Tagaeris y Taromenane.
Los Huaoranis están ubicados en las riberas de los ríos Curaray, Nushiño, Mandoroyacu, Tigüino, Shiripuno, Tiputini y Cononaco en el Norte Amazónico Ecuatoriano, (entre el río Napo, al norte, y el río Curaray, al sur).
Entre las comunidades huaoranis, encontramos: Toñampare, Tzapino, Tihueno, Quiwado (Qihuaro), Quenahueno, Daimutaro, Tigüino, Shiripuno, Huahano y Golondrina Cocha, en Pastaza; Dayuno, Dayuma, Tiputini, Yasuní, Tivacuno y Cononaco, en Napo y Orellana.
POBLACIÓN
Según la ONHAE actualmente los Huoaranis suman cerca de 3 mil habitantes en las provincias de Pastaza, Napo y Orellana, distribuidos en 22 comunidades, de las cuales 12 están en Pastaza.
Las comunidades huoranis en Pastaza son: Toñampare (la más poblada e importante, cuenta con una escuela y colegio), Tzapino, Tihueno, Quiwado-Quihuaro, Quenahueno, Daimutaro, Wamono, Tigüino, Shiripuno, Huahano.
CULTURA Y LEYENDA TAGAERI
Los Huaorani han sido un pueblo de hábiles cazadores y de guerreros, que ocupaban un hábitat básicamente interfluvial. Su economía, organización social y mundo espiritual son modelos asombrosos de adaptación continua al medio ambiente selvático.
Héctor Vargas, antropólogo y guía de selva, reveló que un líder huaorani narró la verdadera historia de la muerte de monseñor Labaca, en 1987. “Labaca y la madre Arango, penetraron a la zona tagaeri, en el Tigüino, al sur de Pastaza; a la llegada de los misioneros un niño tagaeri estaba enfermo y murió al siguiente día, por lo que los tagaeris culparon a los blancos de esta muerte y decidieron matarlos”. Esta revelación la hizo una joven mujer tagaeri que fue capturada por los huaoranis con el propósito de establecer un lazo de amistad con sus hermanos tagaeris, pero no fue posible y tuvieron que devolver a la joven ya que les amenazaron con matarlos.
Los tagaeris viven en medio de la mitología y leyenda ancestral Huaorani, de su dios protector la selva y su ángel el águila, cada vez que vuela alto no hay peligro, y cada vez que llega cerca el peligro acecha y hay que prepararse para la guerra.
Los tagaeris han sido un grupo minúsculo, un clan consanguíneo que ha profundizando su propia extinción.
Costumbre ancestral: Los huaoranis “civilizados” aún mantienen la costumbre de castigar a un niño cuando no obedece las normas del padre y la comunidad. Los niños pasados de un año de edad, son atados a un árbol y le castigan con un bejuco del monte, explica Juan Enomenga de la dirigencia huaorani. “También se conserva el matrimonio por concesión, cuando un joven es sorprendido con su novia, inmediatamente el padre de la novia lo obliga a casarse con este”. Los huaoranis son ancestralmente monógamos y no han practicado la monogamia, aunque sí se casan entre cuñado a la muerte de uno de los dos cónyuges.
Los Tagaeris y Taromenane El nombre del grupo Tagaeri o Tagairi, se deriva del jefe Tagai o Taga, quien a fines de los anos 60 reagrupó a algunos huaoranis que querían mantener su sistema social y cultural ancestral sin influencia externa, rechazando la política de reducción impuesta por el Protectorado bajo control del Instituto Lingüístico de Verano, así los Tagaeris se aislaron, al iniciar una progresiva migración desde la región del alto Tiputini hacia los ríos Tigüino y Shiripuno.
Durante los últimos lustros los pocos contactos con los Tagaeris han estado marcados por la violencia, particularmente durante la exploración en los bloques 16 y 17, del territorio Huao, a cargo de las petroleras YPF (Maxus) y Petrobras. Entre 1977 y 1979, murieron siete trabajadores petroleros que realizaban trabajos con detonaciones de dinamita, lo que asustó a los tagaeris despertando su furia “salvaje".
La iglesia católica entró en el escenario del pueblo Huaorani, a raíz de la presencia petrolera; el objetivo era ubicar a los últimos huaoranis que estaban en estado primitivo: los tagaeris.
El religioso español, Mons, Alejandro Labaca y la misionera colombiana Inés Arango, salieron el 21 de julio de 1987 desde el campamento de la petrolera CGG, del bloque 16, para realizar su primer contacto con este grupo primitivo, cuyo caserío fue descubierto el 10 de abril del mismo año por el propio sacerdote, a 3 Km. al sur del río Tigüino, en Pastaza.
Cuando el helicóptero ICARO fue al sitio, al día siguiente, 22 de julio de 1987, para traerlos de retomo, el horror se apoderó de los tripulantes al encontrarlos muertos al pie de una choza, atravesados por más de 220 lanzas de hasta tres metros, según la narración realizada después por los Capuchinos.
Los tagaeris han demostrado su rechazo no solo con la sociedad blanca, sino también con los demás indígenas, con quienes mantienen un estado de guerra, como lo sucedió en noviembre del 2000, cuando mataron a dos kichwas. En 1992, trabajadores dedicados a la explotación sísmica en el Parque Nacional Yasuní tuvieron enfrentamientos con otro grupo Huaorani no contactado y desconocido hasta y desconocido hasta entonces. Los Taromenane.
En 1993, algunos Huaorani de Tiguino, ingresaron al territorio Tagaeri y raptaron a una joven mujer llamada Omatuki, quien habló de los Tagaeri y sus posibles relaciones con los Taromenane. Este grupo habría dominado a los tagaeris. Según algunos huaoranis, existirían otros grupos más que no han sido contactados, y que viven selva adentro.
Los indios quichuas (Kichwas), denominados también indios Canelos o alamas fueron los primeros indígenas de la Amazonía en ser sometidos al cristianismo por parte de la Iglesia Católica, a través de los Dominicos y Jesuitas, que permitió afianzar la colonización en sus zonas.
La declaración de la Iglesia en 1967: que todos los indios del antiguo imperio Inca habían aceptado el cristianismo, no era muy católica que digamos; los Canelos no estaban incluidos en esta declaración, ya que habían sido los primeros en cristianizarse, según el historiador Rodolfo Toranzo.
Los indios Kichwas, llamados en principio Canelos, por ubicarse en el denominado País de la Canela debido, a la abundancia de canelo en la zona, fueron bautizados como alamas (hermanos) por parte de los Dominicos, que fueron los primeros religiosos en llegar a Pastaza, justamente en lo que hoy es la parroquia Canelos, la más antigua de la Amazonía Ecuatoriana.
En 1581, los Dominicos fundan Canelos, en la desembocadura del río Pindo y 1782 las epidemias, alzamientos y luchas de resistencia indígena, reducen a 18 mil pobladores. Desaparecen el 100 % de los Roamayna; el 90% de záparas, el 80% de los Gayes, el 70% de los Andoa y el 60% de los Avijira
En 1624, entró a este lugar el primer padre Dominico, Sebastián Rosero, y en 1891 se establecen definitivamente los Dominicos españoles, fundando el Primer Vicariato Apostólico. De ahí en adelante comenzó el sometimiento al catolicismo a los indios Kichwas, que posteriormente se convirtieron en los primeros aborígenes amazónicos incorporados a la civilización occidental.
ORGANIZACIÓN
Según el padre dominico, misionero, Antonio Cabrejas, los nativos de la zona que vivían dispersos en grupos familiares reducidos a lo largo de los ríos, sin mayor sentido comunitario ni conciencia de tribu, comenzaron a agruparse por iniciativa de los misioneros a fines del siglo XIX. Con la concentración y vida en comunidad se inicia también su organización: se establece la institución de los varayos, con el curaca al frente, nombrados cada año por los misioneros que en aquel entonces actuaban muchas veces como delegados del Gobierno Nacional.
En lo que es hoy Puyo, parque 12 de mayo, estuvo ubicada la casa ceremonial de los Pinducruna, conocidos como comuna “San Jacinto del Pindo” desde el 11 de marzo de 1947, cuando los Kurakas encabezados por Severo Vargas, lograron un acuerdo con el entonces presidente Velasco Ibarra, que legitimaba, bajo los principios establecidos en la Ley de Comunas, la organización de los Kichwas de esta parte de sus territorios.
Tanto el marco legislativo vigente –a través de la Ley de Reformas Agrarias y Estado-, influyeron para que las comunidades de los pueblos huaorani, zápara, achuar, shiwiar y especialmente kichwa, se aglutinen en torno a un modelo organizativo ajeno a sus prácticas y cosmovisión, aunque funcional a sus necesidades y urgencias políticas.
En ese contexto y con la participación de 70 delegados de Arajuno, Chico Méndez, San Jacinto del Pindo, Sarayacu, Santa Clara, Pakayacu, Montalvo y Canelos, se realiza la primera Asamblea de la FECIP (Federación de Centros Indígenas de Pastaza) en la comunidad de Puyopungo, entre el 19 y 21 de diciembre de 1977. Sus objetivos fueron crear “una fuerte organización que aglutine a todas las comunidades indígenas de Pastaza y luchar contra la marginación socioeconómica, política y cultural”.
FECIP sería el antecedente inmediato a lo que más tarde se conocería como la Organización de Pueblos Indígenas de Pastaza (OPIP), que en 1981 surge con 30 comunidades de base. Poco antes de aquello, en 1980, por iniciativa de la FECIP, la FOIN (Federación de Organizaciones Indígenas de Napo) y de la Federación Shuar, se realiza el Primer Congreso Constitutivo de la Confederación de las Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE). Años más tarde se logra el reconocimiento jurídico de la OPIP, mediante Acuerdo ministerial N°.612, del 16 de julio de 1984, del Ministerio de Bienestar Social.
TERRITORIO Y UBICACIÓN GEOGRÁFICA
Los Kichwas de Pastaza están ubicados en las cuencas de los ríos Curaray, Arajuno, Bobonaza, Pindo, Anzu y Puyo, principalmente, distribuidos en 131 comunidades de más de 17 asociaciones, con un territorio de 1’115.472 hectáreas, entregados en el Gobierno de Rodrigo Borja en 1992, aunque los dirigentes kichwas manifiestan que su territorio alcanza 2 millones de hectáreas. Sus principales organizaciones son: la OPIP, Fenakipa (división de la OPIP), Asodira, Aiepra, además de la Asociación de Centros Indígenas de Arajuno “ACIA” y la Asociación de las Nacionalidades Kichwas del cantón Santa Clara, ANKIS, ambas filiales de la OPIP.
POBLACIÓN Y CULTURA
Suman alrededor de 20 mil habitantes, según la actualización de OPIP, y constituyen la agrupación más numerosa e importante de nativos de Pastaza. Entre ellos pueden distinguirse dos grupos no muy diferenciados: los del sector del río Arajuno y de la vía Puyo-Tena, que comparten algunos rasgos de los Kichwas del Napo, llamados comúnmente “Yumbos”, y los “Canelos” establecidos en las riveras del Bobonaza, Villano, Conambo, Curaray y en las cercanías de Puyo integrando la Comuna San Jacinto.
La cultura de todos estos pueblos es bastante común, pues está marcada substancialmente por el medio ecológico en que viven: la selva amazónica, con todas sus posibilidades y limitaciones.
Su cultura, típicamente silvícola se caracteriza por una perfecta armonía del hombre con la naturaleza que le rodea.
La modalidad de sedentarización de estas comunidades asume características comunitarias, es decir un ordenamiento colectivo en cuanto a los regímenes de la tenencia del a tierra, acceso y manejo de los recursos. Sin embargo, existen también modalidades de tendencia individual o familiar.
Algunas de las comunidades de Quichuas, entre las que se cuentan las de asentamiento tradicional, no han recibido las adjudicaciones legales de sus posesiones, por lo que se han visto obligados a recurrir a la auto linderación, sobre todo teniendo en cuenta las dificultades que se dan por la presión demográfica.
El problema territorial ha suscitado conflictos interétnicos que han enfrentado a los sectores indígenas y colonos, y entre los diferentes grupos indígenas, como el caso surgido entre los Kichwas y Huaoranis en el Parque Nacional Yasuní.
Aunque los Kichwas han adoptado muchas de las prácticas culturales de los mestizos, aún siguen utilizando los recursos faunísticos y florísticos de los bosques húmedos tropicales para usos artesanales, nutricionales y medicinales. Conservan los sistemas de agricultura tradicional aunque con restringidas posibilidades de traslados o rotaciones para el uso de los suelos.
Los cambios profundos en sus comunidades han hecho que su economía se torne cada vez más dependiente del abastecimiento externo de bienes mercantiles, por lo que han desarrollado sistemas de transacciones comerciales que involucran a redes locales.
COSTUMBRES Y FIESTAS
Entre las costumbres que prevalecen en el pueblo Kichwa, se manifiesta la artesanía de la cerámica, aunque en los últimos tiempos ha bajado su producción, por lo laborioso de su confección y el cuidado que requiere para su transportación; en su lugar, ha sido reemplazado masivamente por la práctica de la artesanía en balsa que ha copado los mercados de centros urbanos.
Entre las fiestas, que aún se conservan en varias de las comunidades kichwas, se puede destacar la fiesta de la cacería, “ista” donde los varones se internan en la selva por varios días para cazar las aves y cuadrúpedos nativos, en un desafío por demostrar sus virtudes y habilidades en las faenas de la selva; mientras las mujeres jóvenes van a las chacras para cosechar la yuca y con ella preparar la chicha, que servirá de bebida para los invitados. Para procesar la chicha, las mujeres mastican la yuca cocida y la escupen en recipientes denominados bateas para luego depositar la masa en las tinajas (recipientes hondos de barro) y taponar con hojas de plátano, donde permanecerá varios días para permitir su fermentación, que servirá el día de la fiesta en las típicas mocahuas (jarrones de madera) mientras los cazadores regresan de la selva con la carne. Este festejo se realiza generalmente en Diciembre y se sigue practicando en las comunidades donde el blanco respeta su entono como Pucayacu (Montalvo), Pacayacu y Sarayacu.
También denominados Mayna (sector actual del Perú). Según el misionero e historiador dominico Antonio Cabrejas, Shiwiar fue el nombre antiguo y aunténtico de los shuar, por lo que su origen se derivaría de las familias shuar y achuar, que se ubicaron a la margen izquierda del Pastaza luego de la expansión comunitaria por presencia de los misioneros salesiano y jesuita en los años 30 y 40.
El pueblo Shiwiar a pesar de ser un solo pueblo, estaba representado por dos subgrupos familiares bien definidos: Los Shiwiar Maynas del Río Macusari, con estrecha relación a los achuar y los shiwiar de las riberas del Río Corrientes.
Algunos investigadores afirman que el pueblo Shiwiar culturalmente es producto de una amalgama de achuar con quechua y otras influencias, aunque lingüísticamente puede considerarse como un subgrupo Achuar.
Los recursos que son requeridos para el sustento de sus habitantes son abundantes y la aplicación de los conocimientos tradicionales ha permitido que la caza sea un componente integrado a los ciclos reproductivos de las especies animales; la agricultura constituye una actividad de abastecimiento de un importante rubro alimenticio.
Las nuevas generaciones tienen a su haber la socialización de los elementos cognoscitivos tradicionales, los que ubica dentro de una razonable lógica que combina los propósitos conservacionistas con el uso.
Las limitaciones del transporte son las que han impedido una vinculación mercantil de la sociedad Shiwiar la crianza de animales domésticos no se ha desarrollado ampliamente, básicamente por el pago de fletes elevados.
El área de asentamiento es privilegiada en cuanto a la conservación de bosques primarios. Como actividad ocupacional y fuente de ingresos es la artesanía, tejidos, artefactos de caza, canastas y productos de cerámica; además practican una actividad comercial son productos de recolección del bosque. La arcilla, el curari y el tabaco funcionan como una especie de moneda.Por la guerra de 19941, los diluido achuar se fueron reagrupándose al sur y establecieron su modus vivendi, por lo que muchos shiwiar huyeron hasta el territorio que hoy es Perú
ORGANIZACIÓN
Los Shiwiar, luego de un proceso de identificación de sus raíces se desagruparon de los achuar y conformaron su propia organización, conformando la Organización de la Nacionalidad Shiwiar de Pastaza de la Amazonía Ecuatoriana, ONSHIPAE que fue reconocida por el Ministerio de Bienestar Social, con fecha 19 de septiembre del año 2000 y publicada en el RO No. 1274, como organismo privado sin fines de lucro. El reconocimiento oficial de los Shiwiar, acreditó a Pastaza como un sector privilegiado del mundo, por tener seis culturas indígenas diferentes en un mismo territorio. El presidente de la ONSHIPAE Mariano Zuzuki explicó que los Shiwiar son un grupo étnico, con su propio idioma, costumbres y tradiciones ancestrales y que fueron fortalecidos a organizarse a través de la ayuda proporcionado por el Prodepine.
TERRITORIO, UBICACIÓN Y POBLACIÓN
La población Shiwiar se halla dividida políticamente a partir del conflicto de 1941. Están agrupados en la organización de la Nacionalidad Shiwiar de Pastaza de la Amazonía Ecuatoriana (ONSHIPAE), en un espacio de 67.938 hectáreas.
Se ubican en los ríos Tigre y Corrientes. Los del río Tigre estuvieron ligados a los achuar, pero los restantes Shiwiar del río Corrientes son migrantes recientes.
Los Shiwiar, agrupados en la Oshipae, están integrados por 890 personas, distribuidas en las comunidades de Chuintza, Río Corrientes, Curintza, Bufeo, Tungintza, Tanguntza, Uyintza, según la ONSHIPAE. La mayor parte de su territorio fue reconocido por el Gobierno de Borja y entregadas a la OPIP conjuntamente.
Debido a que el Shuar ha sido un pueblo eminentemente guerrero y además porque antiguamente tenían la costumbre de hacer después de sus guerras, el rito de la reducción de la cabeza de sus enemigos, conocido como Tsantsa a fin de poder preservarla como trofeo de guerra; han sido generalmente conocidos en forma despectiva como Jíbaros o salvajes; denominación que rechazan por su contenido etnocéntrico y racista; por ello reivindican su derecho a autodenominarse como Shuar que significa, gente, persona.
Los temibles “jíbaros” dominaron la selva amazónica hasta finalizar el siglo XIX, predominantemente en las provincias de Morona Santiago y Zamora Chinchipe, no fueron sometidos por los colonizadores. La llegada de la misión Salesiana, que cobró fuerza a partir de 1930, provocó la nuclearización de los asentamientos y nuevas formas de organización que culminaron con el establecimiento de la Federación Shuar en 1964.
Los misioneros Salesianos, iniciaron el proceso de cristianizar a los shuar, durante varios años, y los primeros misioneros fueron prendidos de los temidos guerreros, aunque la historia occidental no señala cuántos misioneros murieron en manos de estos legendarios indígenas, transformados en tsantsas.
Los shuar fueron dejando su lado guerrero tenuemente y sometiéndose a la pacificación impuesta por los misioneros; en ese proceso varios shuar continuaron huyendo hacia el sur, que fueron expandiéndose en comunidades inmersas en diferentes zonas de Amazonía del Ecuador, en las provincias de Pastaza, Morona Santiago, Zamora Chinchipe, hasta el territorio que hoy corresponde al Perú.
ORGANIZACIÓN
Hasta hace poco la Nacionalidad Shuar, solo estaba integrada y organizada en dos grandes agrupaciones: la Federación Interprovincial del Pueblo Shuar del Ecuador, FIPSE, con sede en Macuma, y la Federación Indígena de Centros Shuar, Ficsh, con sede en Sucúa, ambas en Morona Santiago mismas, que representaban al mayor número de indígenas shuar, pues el 65% de su población se encuentra en la provincia de Morona Santiago y, el otro 35% entre las provincias de Zamora Chinchipe y Pastaza.
Los shuar de Pastaza venía canalizando, desde hace mucho tiempo, obtener un organismo que los represente y recoja sus propias aspiraciones, en vista que no estaban integrados a estas dos federaciones y sobre todo por la distancia que los separaba; estaban aislados, no participaban de las propuestas y resoluciones que adoptaban las asambleas de estas dos grandes federaciones; tampoco intervenían en sus decisiones, por lo que buscaron conformar su propia federación con sede en Puyo, para agrupar e integrar a las comunidades shuar de la jurisdicción de Pastaza; es así que con fecha 21 de junio del 2000 se crea la Federación de la Nacionalidad Shuar de Pastaza, Fenashp, reconocida legalmente mediante Acuerdo Ministerial 21-86 por parte del Ministerio de Bienestar Social, el 16 de febrero del 2001. La Fenashp, se convierte, actualmente, en el único organismo representativo de los Shuar de Pastaza.
UBICACION GEOGRAFÍA, TERRITORIO Y POBLACIÓN
Son aproximadamente 45.000 personas en total que habitan en las cuencas del río Santiago, Morona y Pastaza. Ocupan el Este de la Provincia de Zamora y Morona Santiago y el Sur de la Provincia de Pastaza. “ La Nacionalidad Shuar inicialmente se encontraba asentada, en los territorios que hoy corresponde a la provincia de Morona Santiago, para luego extenderse al resto del territorio amazónico. Actualmente se encuentran además en las provincias de Napo, Pastaza y Zamora Chinchipe, alcanzando una población de 110.000 habitantes”. (PRODEPINE 1.999) En Pastaza, los indígenas shuar están agrupados actualmente, según la Federación de la Nacionalidad Shuar de Pastaza, Fenashp, en: 28 comunidades pertenecientes a tres asociaciones: Pupunás, Pastaza y Charip, con una población total de a 5.500 habitantes, (2001) en un territorio aproximado de 300 mil hectáreas hasta la frontera con Perú.
Las comunidades shuar, en Pastaza son: Chapints, Unt Pastaza, Shaka, Kumai, Kuakaash, San Pedro, Kawa, San José, Numak, Paipuich, Jampis, San Rafael, Shakap, Sharup, San Miguel, Timias, Yantana, Peas, Nayumentsa, Kapar, Tesaraku, Uwijint, Nankauk, Yuu, Consuelo y Sake; todas estas comunidades se ubican al interior de la vía Puyo-Macas y en las riberas del río Pastaza, al sur. Su territorio está delimitado por el número de familias que conforman y es reconocido por las autoridades.
COSTUMBRES, MITOS Y LEYENDA DEL PUEBLO SHUAR
Su idioma tradicional es el shuar-chicham, perteneciente a la lengua lingüística jivaroano. La subsistencia se basa principalmente en la horticultura itinerante de tubérculos, complementando con la caza, pesca y recolección que son realizadas por el hombre; el cuidado de la parcela y también de la recolección, le corresponde a la mujer. Ella está a cargo de los niños y de las labores del hogar, particularmente de la preparación de la chicha y de la cocina.
Utilizan el sistema de cultivo de roza y quema. La caza es la principal fuente de proteínas, complementando la alimentación con la pesca y recolección de frutos, insectos y plantas. Sin embargo, en la actualidad la mayoría del tradicional territorio de caza está siendo sustituido por pastizales para ganado, lo que ha traído como consecuencia el agotamiento progresivo del suelo y una menor disponibilidad de tierras.
Esto ha ocasionado la implantación de un patrón de asentamiento sedentario, el mismo que está produciendo cambios en su sistema socioeconómico.
Tradicionalmente el asentamiento fue disperso, normalmente zonificado de acuerdo a las relaciones de parentesco. Actualmente su patrón de asentamiento se integra a la estructura político administrativa dirigido por sus organizaciones.
La vivienda es de forma elíptica, con un espacio interior muy amplio, en el que se encuentran dos zonas restrictivas; el “ekent”, área familiar de las mujeres y niños pequeños y el “Tankamash”. Área social, de los hijos varones y visitas; la casa shuar tiene piso de tierra, paredes con tablillas de chonta y techo de hojas de palma.
La casa achuar con ligeras variaciones estructurales carece de paredes por estar asentada en zonas más cálida. Una de sus instituciones más importantes es la visita; pues fortalece y cohesiona los lazos de parentesco e incentiva una mayor interacción social.
Tradicionalmente el hombre Vestía una falda llamada “Itip” tejida en algodón y teñida con tintes naturales: la mujer, una especie de túnica amarrada en un hombro y ceñida a la cintura por un cordón. En la actualidad es muy común el uso de prendas de modelo occidental. Se complementa el vestido con pintura corporal hecha con achiote.
La mitología shuar está estrechamente vinculada a la naturaleza y a las leyes del Universo, y se manifiesta en una amplia gama de seres superiores relacionados con fenómenos tales como la creación del mundo, la vida, la muerte, y las enfermedades. Los principales son Etsa, Nunkui, Tsunki, Shakaim de la fuerza y habilidad para el trabajo masculino.
Tsunki, ser primordial del agua, trae la salud. Nunkui fertiliza la chacra, Arútam es fuente de todo bien y hace invencible al shuar en la guerra.Tradicionalmente el pueblo shuar hizo la guerra como mecanismo de justicia para restablecer el equilibrio natural.
Siendo Shuar la auto denominación general, sin embargo al interior de la nacionalidad, se adoptan distintas auto denominaciones, que no significan diferencias culturales, sino más bien, hacen referencia a la ubicación geográfica en la que se asientan; así encontramos a: Los Muraya Shuar (gente de la montaña) que están asentados en el Valle del río Upano; los Untsuri Shuar (gente numerosa) situados entre las cordilleras del Cóndor y Kutukú; los Pakanmaya Shuar que viven en la zona del Transkutukú.
La lengua materna, es el Shuar perteneciente a la Familia Lingüística Jivaroana según la clasificación estudiada por Karsten. Para su interacción con la sociedad nacional, emplean el Castellano como segunda lengua.
Actualmente se puede ver, la perdida del uso del Shuar en las comunidades, como consecuencia de la influencia de la sociedad nacional a través de la escuela y de los medios masivos de información, los mismos que imponen cada vez más, el uso del castellano como lengua dominante.
FIESTAS
Entre las fiestas que adoptaron de sus ancestros y que aun practican en la mayoría de sus comunidades shuar, podemos señalar la Fiesta de la Chonta, que por lo general se celebra en agosto con danzas autóctonas y la cosecha de la fruta que es transformado en bebida; la Fiesta del Ayahuasca que por lo general lo celebran en enero con la caminata a las cascadas y montañas sagradas; la Fiesta de Floripondio o wanto.